martes, 12 de octubre de 2010

Una cuña prejuiciada: “viejito” toma tu muleta bancaria


Una de las industrias más responsables de la transmisión de prejuicios y antivalores es la publicidad.
 
Normalmente los creativos viven en su propio mundo, un universo de consumismo salvaje y, normalmente de espalda a la edad de la responsabilidad (léase adultez) porque la mayoría de estos personajes son muchachos, provenientes de clases medias medias y altas, acostumbrados a consumir y con un profundo desprecio por los demás, incluyendo lógicamente los viejitos que ya “no producen y hasta huelen a polilla”.
El problema no es lo que ellos piensan. Están en su derecho total y absoluto del desprecio olímpico al resto de la raza humana, siempre y cuanto lo hagan en la soledad de su habitación. Pero cuando se trata de un material que va, como una pastilla para ser consumida por los televidentes, la responsabilidad debe ser máxima.
Por ejemplo tenemos la cuña del Banco Provincial (Venezuela), versión “viejito”, que intenta promocionar el nuevo servicio de los cajeros automáticos con lectura de huella dactilar, generando un mensaje dirigido a las y los ciudadanos de la tercera edad o adultos mayores.
Si no puedes ver el video tambien se encuentra en la dirección: http://www.youtube.com/watch?feature=youtu.be&hl=en&v=5ch2c_RTlc8

Podrán ver a dos protagonistas (un señor muy mayor que tiene una actitud de extraviado, y su esposa, una “doña” con el cabello pintado, y con una actitud “despierta” muy llamativa).
La acción se basa en que el abuelito va a cobrar su pensión, y al anunciarlo la esposa le ofrece: el periódico, un juguito, un radio, unas galletas, un pajarito (¿?) y una lampara “por si lo agarra la noche”. Pero al pobre hombre no le basta salir como el equeco boliviano, sino que luego del anuncio que ya todos esos preparativos no hacen falta, lo presentan, con la misma fragilidad, escoltado por la esposa quien vigila por sobre el hombro del abuelo, la cantidad de dinero que va a sacar del cajero.
No era suficiente establecer que un anciano es un incapaz y hasta un bufón, sino que, para remate, las esposas también de la tercera edad son una interesadas, una “viejas arpías” que están listas para hacer caída y mesa limpia con la pensión del marido.
Si una empresa como una transnacional bancaria es capaz de respaldar un mensaje con semejantes listado de prejuicios, sólo se puede pensar que en caso, rechazado y trasmutado como dice la vecina, de haberse quedado con los fideicomisos que se privatizaron en el último gobierno de Caldera, acción revertida de inmediato al llegar Chávez, uno sólo puede imaginar al banco montando una empresa de Soylen green, galletas verdes proteínicas, hechas con los cadáveres pulverizados de los ancianos del planeta.
La responsabilidad que pauta la Organización de Naciones Unidas se ve pateada por los creativos prejuiciados, y por los banqueros desalmados, que ven humor e inteligencia en un mensaje violador de los derechos humanos de los adultos mayores.
Es triste que la gran oferrta de un ente como ese sea una muleta bancaria.
Carlos Zavarce

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