lunes, 3 de enero de 2011

Ideas Para la discusión

Por Luis Roberto Martínez


Cuando la historia del siglo XX sea escrita, con la perspectiva de la era en la cual vivimos, seguramente que el impacto que tuvieron las tecnologías de la comunicación y la recreación u ocio (leisure, llamado por los angloparlantes) será uno de los grandes temas. La primera mitad del siglo había transcurrido antes de que se el termino “mass media” fuese acuñado. Y para el final del siglo, en contraste, la gradual pero efectiva conjunción entre el entretenimiento y las telecomunicaciones se habría convertido en la base fundacional del nuevo milenio. Por favor inclúyanse las llamadas redes audiovisuales sociales, twitter, facebook, myspace, tuenti, sónico, Hi5, entre tantos, muchos otros.
 
Entre las que se pueden destacar, a primera mano, están dos transformaciones fundamentales. Primero, las noticias y el entretenimiento se han individualizado pero igualmente son la misma fuente. Ya no es necesario coordinar para “disfrutar” de información esotérica. Los nuevos equipos electrónicos, desde comienzo de los años 1980, con el walkman, especificó la experiencia de escuchar música. Y para los años 1990 Latinoamérica conoció Directv e internet, otra manera de explorar, explotar y proveer selecciones particulares de información. Este diseño tecnológico permitió el consumo, hecho a la medida, de información y entretenimiento en privado, inclusive totalmente solo, alejado del grupo. 

Al comienzo del siglo, el entretenimiento era disponible, a bajo costo, en sitios públicos, parques, verbenas, fiestas patronales, recordemos por supuesto los cines; todas eran actividades al aire libre y compartidas. Incluso la llegada de la radio poco cambio el acto colectivo de la distracción. Permitía a miles o millones de personas compartir el chiste, al mismo momento (el poeta T.S Elliot hizo la referencia pero a la tv) pero él agregó “y aún sentirse solo”. Sin embargo, es importante resaltarlo, porque el hecho tecnológico no reparó, simuló o reemplazó la necesidad de la comunión personal. Inter homines sumus (o algo así)

Sin embargo, este acelerado cambio tecnológico, al hacer borrosa la frontera entre entretenimiento e información, también cambió profundamente características sociales y comunitarias del país. Transformó el imaginario cultural y social. Y aún lo está haciendo Frente al televisor o computador, navegando en internet, comunicándose a través de mensajes de texto por medio del teléfono celular, pero solos, desmembrados, individualizados. Estos nuevos “aparejos” (disculpen la palabra pero es lo más parecido, en sonido, a equipos de navegación) además de requerir de poco esfuerzo mental, sobretodo la tv en donde existe muy poco sorpresa, definitivamente reducen el compromiso de participación comunitario.

- Compiten con el tiempo de esparcimiento
- Privatizan el tiempo de ocio, originando letargo y pasividad
- Tienen efectos psicológicos que inhiben participación social
- Contenidos de ciertos programas de televisión socavan movilización y participación comunitaria

La consecuencia más significativa de la revolución tecnológica es que nos ha encerrado en casa. Pero estas redes electrónicas y satelitales, no sólo tornan próximos y presentes acontecimientos separados por husos horarios, sino que inscriben, diseminan y consolidan referencias culturales (artistas – ¿existe otro cantante en Guatemala que no sea Arjona?- , ídolos deportivos, diseñadores de moda, programas de tv, películas, el consumo como valor universal, etc). Pero peor aún naturalizan el hecho comercial, marcas y productos como nuestras y la mayoría de ellas sin orígenes claramente definidos (Coca Cola, Microsoft, General Electric, Disney, Toyota, entre tantas otras) Todo esto genera una memoria colectiva ajena, pero incluso defendida por muchos de nosotros. Los roles en los que nos colocamos y la forma en que los otros nos miran no son hechos en casa, manualmente, por inspiración de una comunidad. Son productos de un complejo sistema industrial y de marketing, mercadeo.

Imaginen, con la adquisición de Marvel Comic, Disney Corporation controla sobre el 80% del imaginario cultural infantil. Según Denis de Moraes, comunicólogo brasileño, diariamente 150 horas de dibujos animados, series y películas son emitidas en Brasil por canales de televisión por suscripción. Cinco corporaciones Estadounidenses (Disney, Time Warner, News Corp, Viacom y Discovery) y la expresión del profesor George Gerbner cobra mucho más fuerza: “…Por primera vez en la historia de la humanidad, la mayor parte de las historias sobre los hombres, la vida, lo valores, no son contados por los padres, escuelas, iglesias o por miembros de la comunidad que tengan algo que decir, sino por un grupo de socios distantes que tienen algo para vender.”

No hay comentarios:

Publicar un comentario